domingo, 7 de julio de 2013

Sessarpa

La vida de Gaston “el Gato” Sessa, tuvo muchas piedras en el camino. Piedras de carne y hueso, con ropa deportiva.
Cuando era tan solo un adolescente, lo apodaban Carnicero porque trabajaba junto a su padre en una carnicería. También practicaba taekwondo. Un día, su profesor le pidió injustamente que se calmara, como si fracturar a uno de cada tres contrincantes fuera un delito. Y su respuesta ante aquel pedido, fue partirle la cara de una patada.
Su pie golpeando una cabeza redonda, le dio la maravillosa idea de jugar al fútbol. Y el resultado fue el mejor: nadie llegaba al área de Estudiantes de La Plata mientras él fuera su defensor. Pero el club, injusto como aquel profesor de taekwondo, hizo ajustes. Los tres fémures que rompió y el diente que le arrancó a un árbitro, le dieron el pase a jugar bajo los tres palos. Con guantes, y si hubieran podido, atado.
Pero su carrera profesional recién comenzaba, y al fair play que aplicaba en Estudiantes, le siguió el de Huracán de Corrientes. Ese año lograron ascender a Primera División, llevando de trofeo unas cuantas piernas -gentileza de los delanteros que se acercaban al arco.
Luego de su tranquilo paso por Rosario Central, Racing de Avellaneda y River Plate, le siguió su brillante carrera en el exterior. El Barcelona de Ecuador pudo disfrutar del buen juego que tanto había mostrado en la Argentina.
Sin dudas, el momento crucial de su carrera, fue Vélez Sarsfield, en el que ganó su primer título como titular en 2005. Pero sus frustraciones no lo dejaban ser feliz.
Sergio Pezzota había tomado la decisión de expulsarlo, por hacer tiempo en un saque de arco. Sessa, agradecido por darle un descanso, rodeó el cuello de la autoridad con sus manos. Y el árbitro, enternecido por tal demostración afectuosa, le regaló diez fechas de vacaciones.
Pero el cariño no sólo era para los árbitros o los delanteros. Cuando sus compañeros estaban rindiendo poco, él siempre quería ayudarlos. Maximiliano Pellegrino no puede negar que se despertó cuando el arquero de su equipo le dio una cachetada anímica. Incluso logró que se mantenga lo más alejado del arco posible, atacando en todo momento. Curioso puesto para un defensor.
Miles de anécdotas, con golpes de puño sacando pelotas, y movimientos habilidosos, circundan la vida de este personaje. Pero todos los aplausos, se los llevo un 2 de mayo de 2007, en los octavos de final de la Copa Libertadores. Velez se enfrentaba a Boca en la Bombonera. Al parecer, el delantero Rodrigo Palacio se acercaba al área con gestos criminales. Allí, Sessa, recordó sus enseñanzas de taekwondo y le aplicó una Twimio Ap Chagi (patada de frente con salto) directa a la cara.

Hoy, en el momento culmine de su carrera, el Gato Carnicero Sessa, tiene un millón de amigos, como Roberto Carlos. A cada uno de ellos lo ayudó, arreglándoles las piernas, maquillándoles la cara o acariciándoles el cuello. Y si les queda duda de su ternura, él saluda amorosamente, tomando sus partes íntimas con la mano.

¿A dónde iremos de vacaciones? A la nada.

Tenés que llevarte todo. No hay techos, ni paredes. Mucho menos luz. Buscás agua y leña en el día. Guardás la mercadería en cajas y tendés la ropa en cordeles improvisados. Olvidate del celular, porque señal no hay.
El sector cocina es el piso con fuego, que seguramente tardarás un rato en encender. Una parrilla o un disco. Para quienes no tienen experiencia, una garrafa con hornalla. Las sillas son lonas o reposeras. La mesa, de día, es de madera o plástico. De noche y con el frío, las piernas.
Las habitaciones son de lona, verde, roja o del color que prefieran. Los colchones y bolsas de dormir en el suelo, al quinto día, parecerán un somier. El placard más ordenado, es un amontonamiento de pantalones, remeras y mayas, que no se sabe dónde comienza y dónde termina cada uno. Los productos de higiene aparecen como arañas en el medio de la noche. ¡Cuidado que no aparezca una de verdad!
Para llegar a ese lujoso lugar, llamado Arenas Verdes, te encontrás con un largo camino de tierra. Los médanos de arena, inmensos pero no verdes, se ven a lo lejos. El monte aparece poco a poco. Una vez dentro, las calles son laberintos, imposibles de descifrar la primera vez.
Hay varios lugares de ladrillos y cemento ¿o creían que no? Dos casas privadas, el departamento de policía y el camping. ¡Y la Guille! La proveeduría de la tana, en la que encontrás lo que pidas. Comida, ropa, duchas y hasta tablas de sandboard.
Es una lucha encontrar el lugar perfecto para acampar. ¿Dónde poner la carpa en kilómetros de monte? Cerca del camping, para ir a buscar agua. En realidad, es para colarte y no pagar las duchas.
A doscientos metros, caminando bajo el sol fuerte e incesante, pasando a la Guille, pasando la Olla, ¡al fin la playa! Única playa de la costa en la que podés jugar al tejo, sin pegarle a las señoras que toman sol.
Y si te quedan energías en la noche, hay un pub. Pequeño, con buena música y la gente de siempre. Pero, si entre tanta naturaleza no querés encerrarte, está la Olla, mencionada anteriormente. Es el lugar entre médanos, donde no corre el viento. El sector elegido por los jóvenes para realizar los fogones, cantar y bailar hasta la madrugada. Después, todos juntos emprenden el camino hacia la playa, para ver el amanecer.
La gente sigue eligiendo los lugares turísticos para vacacionar. Durante todo el año, manifiestan su enojo por el encierro y la muchedumbre. Pero al llegar el verano, su destino posee las mismas características.

Todavía quedan algunos locos, que se escapan del turismo y el ruido. Prefieren encontrarse con la naturaleza y respirar aire puro. Playa, bosque y fogones. Un lugar escondido entre ciudades ruidosas, que permite desconectarse del mundo por algunos días.

viernes, 7 de junio de 2013

¡FELIZ DÍA, PERIODISTAS!

Muchas veces me preguntaron qué quería ser cuando creciera. Más veces me preguntaron por qué elegía algo en lo que tenía que trabajar día y noche sin descanso. Miles de veces me quedé pensando y respondí: “Porque es lo que me gusta”. Hoy me doy cuenta que esa respuesta no era la correcta. "Me gusta" no son las palabras que definen lo que siento por mi carrera. 
El periodismo es una forma de vida. Es estar donde tenés que estar, a la hora que sea y con quien sea, para buscar, para encontrar y para informar. Es un camino largo, con miles de complicaciones, idas y vueltas, golpes contra la pared. Pero también es sentirse pleno. Es golpear puertas, tantas veces como sea necesario, para que se abran. Es encontrar ese lugar al que pertenecés.
La vida me puso personas maravillosas en el camino. Personas que me enseñan, no sólo de la carrera sino de la vida. Cada día aprendo y crezco un poco más junto a ellos. Son quienes me tiran de los brazos si no me quiero levantar. Quienes me retan. Quienes se, que el día que tenga mi diploma en mano, van a estar ahí y los voy a abrazar muy fuerte.
Hoy le digo FELIZ DÍA a todas las personas que tienen esta hermosa profesión, que viven y pelean con ella, que la disfrutan y también la putean. A mis profesores, a las personas que admiro, a mis compañeros.
Y especialmente, feliz día a la persona que me mostró lo hermoso que podía ser este camino. Que me explicó, que me ayudó y me dio fuerzas para que hiciera lo que me apasiona. Lo admiro por mil cosas, pero mayormente por la fuerza con la que luchó para seguir sus sueños, para encontrar ese lugar al que pertenecía. Feliz día para mi hermano del alma.



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El Día del Periodista en Argentina, fue establecido en 1938, en el Primer Congreso Nacional de Periodistas, realizado en Córdoba. Se creó en homenaje al primer periódico independiente del reino español, la "Gazeta de Buenos Aires". Fue creado por Mariano Moreno en 1810, también escribieron en él, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
"¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península?... Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal, con el título de la Gaceta de Buenos Aires."
Mariano Moreno, Gaceta de Buenos Aires del 7 de Junio de 1810
Fuente: Wikipedia 


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"El periodismo o es libre o es una farza" - Rodolfo Walsh



lunes, 6 de mayo de 2013

Peligro al volante.


Quiero hablarles del automovilismo, más bien de los autódromos. Los amantes de los fierros, recordarán miles de accidentes trágicos, muchos que les costaron la vida a los pilotos.
            Quizás el más reciente con mayor repercusión, sea el de Guido Falaschi, en el Autódromo Juan Manuel Fangio de Balcarce, en el 2011. Para quienes no saben o no lo recuerdan, lamentablemente Falaschi perdió la vida cuando su auto fue tocado por detrás, y enviado directo a un conjunto de gomas (esas gomas se colocan fuera de los circuitos para que los autos que se despistan no choquen directamente contra un muro o no se pasen para la otra parte donde continúa la carrera).
            La noticia fue conocida en todo el país, seguida por una serie de discusiones sobre la seguridad de los autódromos. Pero encontraron una solución más sencilla, defenestrar y clausurar dicho autódromo por “no cumplir con las condiciones requeridas”. Porque las gomas que permanecían sueltas, debían estar atadas.
            Así se fue olvidando aquel accidente. Las carreras continuaron en otros autódromos y pocos se acuerdan de la cuna del múltiple campeón mundial que perdió el único espectáculo turístico con el que contaba. Ahora pregunto, ¿la solución era clausurar el autódromo? ¿No tendrían que haberlo arreglado para que cuente con las condiciones establecidas?
            Pero claro, no podían perder el tiempo en mejorar un circuito. Si se ponían a hacerlo, luego tendrían  que revisar toooodos los circuitos y mejorar uno por uno. Mejor cerrarlo y que parezca que aquí no ha pasado nada, o al menos, que ya no pasará.
            Y mientras gastaban millones en realizar “Automovilismo para todos”, el cual no discuto que esté mal, la seguridad de quienes realizan el espectáculo quedó a un lado. O al menos eso volví a pensar el fin de semana, cuando, a través de aquella pantalla, corrían los pilotos de Turismo Nacional Clase 3, en el circuito de La Pampa. Una categoría conocida más por los personajes con experiencia, que por sí misma.
            A minutos de haber comenzado, un auto que fue tocado por otro desde atrás, se despistó. Al hacerlo, levantó mucha tierra y  se formó una nube marrón a través de la cual no se veía absolutamente nada. Tierra que no debe estar ahí, que está prohibida y que debe haber sólo césped. Esa nube provocó un accidente en cadena de dieciséis autos. Los cuales, destrozados, aparecían uno a uno a medida que el polvillo bajaba. El miedo a la tragedia aparecía tanto en el relator, como en los espectadores y gente de los equipos de competición. Afortunadamente, solo tres pilotos fueron trasladados al hospital, dos por precaución, uno con fractura de muñeca, y el show pudo continuar.
            Pero, ¿qué hubiera pasado si este accidente le quitaba la vida a alguno de los pilotos? ¿Se hubiera cerrado, también, este autódromo por “no cumplir con la condiciones requeridas”, y en lugar de poner que las gomas estaban sueltas hubieran puesto que había tierra a los costados del circuito?
            Entiendo que las carreras de automovilismo son un negocio, donde lo más importante son las recaudaciones, tanto de espectadores como de publicidades. Sin embargo hay algo más importante acá y es la vida de quienes dejan todo para realizar este show poniendo en riesgo sus vidas para entretener a la gente. Una vida vale más que millones, vale más que un espectáculo, vale más que todo. Y creo que los pilotos no tendrían porqué ponerla en juego para que algunos se diviertan y otros se enriquezcan. 

Los hinchas y su templo.


Hace algunos días se convocaron poco más de 4000 hinchas del Club Atlético Boca Juniors para oponerse al proyecto de su presidente, Daniel Angelici, de construir un nuevo estadio para el club, y dejar a la actual Bombonera como museo y escenario de grandes espectáculos.
Gente mayor, familias enteras y muchos jóvenes, con algo azul y oro, banderas en mano y el grito en sus gargantas, demostraban que querían su estadio y no otro. No piden un estadio inmenso, al estilo europeo. Sólo quieren que su casa sea remodelada. Piden a los dirigentes que hagan hasta lo imposible por comprar aquellas famosas manzanas de atrás de los palcos.
Boca merece un estadio donde la mayoría de su gente vaya a alentar al equipo. Pero no hay porqué hacer un estadio de las dimensiones que se hablan. La Bombonera necesita una renovación, donde queden de lado aquellos palcos multimillonarios, y donde continúe la mística por la que es conocida en todo el mundo.
Hoy el número de socios y adherentes está a punto de duplicar la capacidad del Alberto J. Armando. Pero la gente no quiere sacrificar su templo, “el patio de su casa” como repite Riquelme, por querer ir a la cancha. Con una buena organización, todos tendrían la posibilidad de ver a su equipo correr en aquel estadio que, como siempre se dijo, late.
La mística y el sentimiento no entienden de modernidades ni petrodólares. La estadística también le da la razón a la cancha de Brandsen 805 desde los resultados: Boca no perdió en el 85% de los casi 1700 partidos que disputó en ese estadio. Ese estadio elogiado en los medios internacionales, temido y admirado por adversarios (incluso de la vereda de enfrente, del clásico rival).
El escritor Eduardo Galeano dice en su libro El fútbol a sol y a sombra: “No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie. En la Bombonera de Buenos Aires, trepidan tambores de hace medio siglo. El estadio del rey Fahd, en Arabia Saudita, tiene palco de mármol y oro y tribunas alfombradas, pero no tiene memoria ni gran cosa que decir.”
“La Bombonera es Boca”, gritan los hinchas oponiéndose al cambio de casa. Porque la cancha es más que cemento, tiene vida propia. Y no quiere dejar de latir.