La vida de Gaston “el
Gato” Sessa, tuvo muchas piedras en el camino. Piedras de carne y hueso, con
ropa deportiva.
Cuando era tan solo un
adolescente, lo apodaban Carnicero porque trabajaba junto a su padre en una
carnicería. También practicaba taekwondo. Un día, su profesor le pidió injustamente
que se calmara, como si fracturar a uno de cada tres contrincantes fuera un
delito. Y su respuesta ante aquel pedido, fue partirle la cara de una patada.
Su pie golpeando una
cabeza redonda, le dio la maravillosa idea de jugar al fútbol. Y el resultado
fue el mejor: nadie llegaba al área de Estudiantes de La Plata mientras él
fuera su defensor. Pero el club, injusto como aquel profesor de taekwondo, hizo
ajustes. Los tres fémures que rompió y el diente que le arrancó a un árbitro,
le dieron el pase a jugar bajo los tres palos. Con guantes, y si hubieran
podido, atado.
Pero su carrera
profesional recién comenzaba, y al fair play que aplicaba en Estudiantes, le
siguió el de Huracán de Corrientes. Ese año lograron ascender a Primera
División, llevando de trofeo unas cuantas piernas -gentileza de los delanteros
que se acercaban al arco.
Luego de su tranquilo
paso por Rosario Central, Racing de Avellaneda y River Plate, le siguió su
brillante carrera en el exterior. El Barcelona de Ecuador pudo disfrutar del
buen juego que tanto había mostrado en la Argentina.
Sin dudas, el momento
crucial de su carrera, fue Vélez Sarsfield, en el que ganó su primer título
como titular en 2005. Pero sus frustraciones no lo dejaban ser feliz.
Sergio Pezzota había
tomado la decisión de expulsarlo, por hacer tiempo en un saque de arco. Sessa,
agradecido por darle un descanso, rodeó el cuello de la autoridad con sus
manos. Y el árbitro, enternecido por tal demostración afectuosa, le regaló diez
fechas de vacaciones.
Pero el cariño no sólo
era para los árbitros o los delanteros. Cuando sus compañeros estaban rindiendo
poco, él siempre quería ayudarlos. Maximiliano Pellegrino no puede negar que se
despertó cuando el arquero de su equipo le dio una cachetada anímica. Incluso
logró que se mantenga lo más alejado del arco posible, atacando en todo
momento. Curioso puesto para un defensor.
Miles de anécdotas, con
golpes de puño sacando pelotas, y movimientos habilidosos, circundan la vida de
este personaje. Pero todos los aplausos, se los llevo un 2 de mayo de 2007, en
los octavos de final de la Copa Libertadores. Velez se enfrentaba a Boca en la
Bombonera. Al parecer, el delantero Rodrigo Palacio se acercaba al área con
gestos criminales. Allí, Sessa, recordó sus enseñanzas de taekwondo y le aplicó
una Twimio Ap Chagi (patada de frente con salto) directa a la cara.
Hoy, en el momento
culmine de su carrera, el Gato Carnicero Sessa, tiene un millón de amigos, como
Roberto Carlos. A cada uno de ellos lo ayudó, arreglándoles las piernas,
maquillándoles la cara o acariciándoles el cuello. Y si les queda duda de su
ternura, él saluda amorosamente, tomando sus partes íntimas con la mano.